A tope de oxígeno, por John Queras
Una de las cosas que mejor hacemos los beautywarrios es recomendar a los demás una serie de pautas de belleza que, a la hora de la verdad, nosotros no seguimos. “Antes del afeitado, exfoliación; si quieres bajar un par de kilos, prueba con el nordic walking (que es el nuevo running); o para lucir una melena de escándalo, nada de fuentes de calor”. Y en este plan todo el día. Eso sí, cuando los protagonistas somos nosotros, nos pasamos estos consejos por el mismísimo arco del triunfo. Nos afeitamos a contrapelo con una navaja suiza completamente roma, no sabemos de qué va eso del nordic walking y ponemos el secador a todo trapo. Por ejemplo, yo siempre recomiendo una limpieza en profundidad con cada cambio de estación y llevaba casi año y medio sin hacérmela.
Pues bien, para acabar con esta eterna contradicción inherente a la profesión, me he plantado en el Centro de Estética Avanzada Gema Cabañero, situado en el número 69 de la madrileña calle de Don Ramón de la Cruz. Antes de meterme en faena, un dato curioso: el Don de Don Ramón de la Cruz no es un tratamiento de respeto, sino un nombre, como Don Johnson. Tras la pincelada cultureta, seguimos con la beauty. Gema es experta en nutrición y belleza, coach de la filosofía healthy aging en España y lleva 22 años dedicada al mundo de la estética, así que no había mejor lugar para retomar la sana costumbre de un plan renove facial cada tres meses.
El tratamiento que probé se llama Oxigénesis (85 €/sesión) y está basado en las propiedades estéticas del oxígeno. La contaminación, una mala alimentación o el estrés hacen que las células pierdan energía y no puedan llevar a cabo sus faenas con normalidad, como la función de regeneración o la producción de colágeno y elastina. “El oxígeno puro en altas concentraciones, y no el aire purificado, aporta la energía necesaria para que las células se reactiven y vuelvan a trabajar a buen ritmo”, aclara Gema.
El diagnóstico biotecnológico Inner Wellness, exclusivo de Gema Cabañero, confirmó lo que todos nos temíamos: tengo la piel sensible, pero gruesa. Es decir, por fuera todo parece en perfecto estado de revista, pero por dentro la cosa es bien distinta. Así que seleccionaron los activos más adecuados para mi tipo de piel en el peeling, la mascarilla y el sérum que me iban a aplicar a continuación. El oxígeno se aplica a presión con un pequeño cabezal y es una sensación muy curiosa. El tratamiento es totalmente indoloro, tirando a placentero. Siempre he pensado que si para estar guapo hay que sufrir, yo prefiero ser un feo contento. Una hora más tarde, salía del centro estrenando careto y cumpliendo con mis propias normas. Sonreí bajo la lluvia de Madrid. Al mal tiempo, buenísima cara.
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