Con buen pie, por John Queras
Guardar las deportivas y calzarse las chanclas puede convertirse en un momento delicado en el cambio de armario estival. ¿La razón? Que los pies suelen ser los grandes olvidados de la rutina cosmética y, durante los meses de frío, no les prestamos la atención que merecen. ¡Total, como no se ven! Y claro, en lugar de encontrarnos con unos pies de foto (juego de palabras muy propio de periodistas, plumillas y demás juntaletras), nos damos de bruces con algo que está más cerca de una pezuña animal que de una extremidad humana. Eso sí, no hace falta dramatizar ni sacar los pies del tiesto porque, con unos cuidados básicos, enseguida estarán en perfecto estado de revista.
Empieza con la Crema exfoliante para pies (8,35 €), de Neutrogena, porque está formulada con micro-partículas, que eliminan la piel áspera y seca y suavizan las durezas, y urea, que aporta hidratación. Después, aplícate una generosa capa del Bálsamo reparador de pies Vid Divine (14,90 €), de Esdor, mediante un masaje con movimientos ascendentes hasta los tobillos. Su textura de rápida absorción nutre, calma y refresca al instante.
Además, previene la aparición de grietas y fisuras. Y para la zona más rebelde, basta un suave masaje con una pequeña cantidad de la Crema reparadora de codos y talones 100% Bio (15,90 €), de Matarrania. Su poder reside en el aceite de oliva virgen extra, que aporta potentes propiedades hidratantes y suavizantes. Si sigues estos consejos al pie de la letra, no habrá flipflops que se te resistan.
Eso sí, para casos más graves, recomiendo un tratamiento de choque. La mascarilla para pies Walk of Fame (9,90 €, de venta exclusiva en Douglas) es perfecta para este trabajo. Elaborada en bio-celulosa, se pone igual que un calcetín y se deja actuar 20 minutos.
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