De boda en boda 2015: Say yes to the dress (o no)
Aunque habrá alguna que lo niegue, estoy completamente segura de que toda mujer, en algún momento de su vida, ha pensado cómo seria su vestido de novia. Puede que con mayor o menor intensidad, puede que lo hiciera de niña y no lo haya vuelto a hacer, puede que haya cambiado su forma de ver el asunto. Pero es un momento que sin duda tenemos idealizado en nuestro subconsciente (cuánto mal han hecho las películas Disney) y que cuando llega, puede convertirse en una experiencia inolvidable… O en una pesadilla.
Te casas! Tienes fecha, tienes anillo de pedida, necesitas un vestido. Seguramente empezarás a visitar las webs de las marcas de novia de forma impulsiva, a repasar las bodas de las celebrities de los últimos años, a estudiarte las revistas… ¿Elegir una firma digamos masiva, tipo Rosa Clará o Pronovias, o mejor un diseñador que haga realidad ese vestido que siempre has soñado? Esto no acaba de empezar y ya empiezan a surgir las primeras dudas…
El tiempo. Y no sólo el meteorológico, para ver si podrás sobrevivir con esa manga larga que tanto te gusta. Pronto descubrirás que ya VAS TARDE. Aunque queden dos años para la boda. Entonces entras en un foro de novias y ya no hay vuelta atrás. En esa especie de submundo habitan señoritas (y señoras, porque aunque se han casado siguen allí) que firman cada post con una inquietante cuenta atrás en meses, semanas, días, horas, minutos y segundos y que ya tienen planeada su boda, que tendrá lugar dentro de cinco años y medio, hasta el más mínimo detalle. Y tú que no tienes ni catering. En la tienda corroboran que efectivamente, vas tarde, y que todas las novias de tu temporada ya han elegido su vestido. Hay que ponerse las pilas.
Empieza la búsqueda. Puede ser que lo tengas claro y vayas directa a por lo que quieres o puede que alguien te contara que es divertido ir a probarse muchos vestidos de novia. ERROR. Terminarás con tal cacao en la cabeza que el asunto se convertirá en otro problema. Mejor un punto intermedio. Quizá el modelo que tenías idealizado no te sienta nada bien. O que te enamores del que menos esperas. Es cuestión de química (y de presupuesto).
Las consejeras. Tu madre y tus amigas, con una copa de champán en la mano y tú probandote vestidos de novia. Una tarde perfecta que siempre habías imaginado así
Y que termina convirtiéndose en algo así…
Aunque es importante elegir bien a tus acompañantes y exigirles sinceridad, porque como bien detectó mi amiga I. cuando andábamos a la búsqueda de mi vestido de novia, “no te fíes de la dependienta, que acaba de decirle a esa que está guapísima y era un horor”.
Flechazo. Y entonces lo ves. Y te ves. Tu madre llora, tus amigas dicen, ESE, ESE. Es el vestido con el que siempre habías soñado, es tu vestido… Ya está elegido.
Dudas. Madre mía. Has elegido un vestido que cuesta tu sueldo de tres meses y ni siquiera puedes devolverlo! Sudores fríos. Hace tanto tiempo que te lo probaste que ni te acuerdas de cómo te queda, y falta tanto para la próxima prueba que no puedes esperar. ¿Y si he engordado?
Y de repente todo encaja… al menos por un día. Seguramente cuando pasen unos años lo verás de otro modo (o no) pero te vuelves a enamorar de tu vestido, que refleja a la perfección tu forma de ser…
¿Cuánto tardaste en decir sí a tu vestido?
¿Lo encontraste o te encontró?
¿Fuiste una novia al borde de un ataque de nervios?
style: devilwearszara