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Flipo en colores, por John Queras

Amen Ultra Zest Thierry Mugler

Aunque suelo ver la vida de color de rosa, los de Pantone me tienen negro. Para los que no la conozcáis, Pantone es una empresa fundada allá por el 63, que creó un práctico sistema de identificación cromática que hoy sigue utilizando todo quisqui, desde pintores a diseñadores, pasando por maquetas y demás curritos que nos dedicamos al noble arte de hacer revistas. Hasta aquí, todo bien: somos muy fans de la pantonera. Pero desde el 2000, y sin que nadie se lo pidiese, sus expertos dedican las horas laborales a seleccionar un tono concreto y lo convierten, porque sí, en el color del año. La verdad es que empezaron con opciones básicas (azul claro, fucsia rosa), pero pronto se les fue la pinza (lirio de tigre, dólar arenoso, mimosa) y decidieron que a estas alturas ya no iban a levantar el pie del acelerador. Si 2014 se vio obligado a vestirse en orquídea radiante, este año le toca el turno al marsala. Y digo yo, ¿no será más sensato dejar que sea el propio año el que, con el discurrir de los meses, elija el color que mejor le sienta? Por fortuna, el sector for men carece de lineales de maquillaje, por lo que nos libramos del absurdo bombardeo de sombras de ojos marsala, barras de labios marsala, esmaltes de uñas marsala…

Buen ejemplo de ello es el diseñador francés Thierry Mugler, que se ha pasado por el mismísimo arco de triunfo las recomendaciones pantoniles y ha apostado por un naranja casi fluorescente para escribir el nuevo capítulo de su exitosa saga olfativa A* Men, iniciada en 1996. El eau de toilette A*Men Ultra Zest (74 € / 100 ml) se presenta en sociedad como un potente cóctel de vitaminas con pinta de fragancia estival, pero con más recorrido, lo que la hace muy recomendable también para los meses más fríos. Esta edición limitada mantiene el espíritu de la creación original, pero con un toque más enérgico y desenfadado. Fresca pero excesiva a la vez, posee ese aire un poco impertinente del rebelde con causa. Por cierto, ayer mismo le pregunté a un amigo gaditano si conocía el color marsala, a lo que él me contestó “ni idea. Debe ser azul, como la mar salá”. ¡Arte bueno!


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