La canción del pirata, por John Queras
Desde que en el colegio tuve que recitar de memoria y de pie frente a toda la clase el poema homónimo de Espronceda, los corsarios siempre me han fascinado. Hombres rudos, aventureros, viriles y valientes que no le temen a nada ni a nadie. Igualitos que el capitán Jack Sparrow con sobredosis de eyeliner. Pendencieros, bravucones y bebedores compulsivos de ron (en este punto me identifico plenamente), vivían sin ataduras y surcaban los océanos en navíos de exóticos nombres en busca de un quimérico puerto llamado libertad. Por eso, cuando me enteré de que el Lush Spa, sito en la céntrica y madrileña calle del Carmen, había creado en protocolo inspirado en antiguas canciones marineras, no lo dudé ni un segundo y quise subir a bordo. Permiso concedido, grumete.
The Good Hour (70 min / 110 €) es un masamiento corporal, la combinación perfecta entre masaje y tratamiento, pensado para dejar en tierra los dolores de espalda, eliminar la tensión en hombros y cuello y deshacer esos nudos musculares que se van acumulando con descaro en los lugares más estratégicos de nuestra anatomía. Para ello, han convertido la cabina en un verdadero camarote iluminado por la tenue luz de un candil. ¡Es hora de zarpar, leven anclas! Una neblina azulada se extiende por cubierta mientras la bomba de baño Big Blue llena la estancia con el aroma salitrado del mar. Los lejanos graznidos de las gaviotas dejan paso a una música que mezcla folk british con las viejas tonadas que cantaban los bucaneros en alta mar. Y lo hace a un volumen bastante considerable: nada de susurros new wave ni Enya taladrándote el cerebro. En esto momento, te das cuenta de que esto es otro rollo.
Da comienzo entonces un ballet en el que las maniobras y las canciones, seleccionadas especialmente para este tratamiento, siguen una coreografía precisa que va aumentando su intensidad a medida que avanza. El protocolo se realiza con una barrita de masaje previamente elegida (yo me decanté por la Wiccy Magic Muscles) y se utiliza una técnica de acupresión que se centra en aliviar la tensión en los llamados puntos gatillo. En estas zonas, donde el dolor es más profundo, se aplican unos discos de gelatina conservados en frío y realizados con aceites estimulantes de eucalipto, hierbabuena y menta verde, que reducen al mínimo las posibles molestias. Completo, meticuloso, firme pero delicado, energizante y relajante a la vez y sin buscar atajos. Así es la travesía que propone The Good Hour. En mi humildísima opinión, de lo mejorcito y más sorprendente que se está haciendo ahora mismo en la capital. Como veis, y aunque huelga decirlo, me lo pasé pirata.
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