Los cinco errores más habituales al elegir tu modelito de Nochevieja
Aunque debe hacer un millón de años que no salgo en Nochevieja (las campanadas las daba Ramón García todavía seguramente), cuando se acerca esta fecha me gusta imaginar estilismos imposibles además de cotillear lo que nos ofrecen las distintas marcas para esta ocasión. Todo esto unido a mi experiencia anterior me da la potestad para elaborar una nueva lista: las cinco meteduras de pata más habituales cuando nos arreglamos para salir en Fin de Año.
– Taconazos: al que descubrió aquello de que los tacones estilizan se le olvidó contarnos el dolor de pies que suele acompañarlos cuando una lleva subida a ellos unas ciertas horas. Situación que se suele dar en fin de año, cuando te arreglas para cenar y terminas desayunando churros con chocolate a las nueve de la mañana del día siguiente. Por eso, tienes dos opciones para no terminar la noche llorando o a lo Dolores Amaya: renunciar a algunos centímetros de altura o apañartelas para llevar zapatos de recambio (que no siempre es fácil).
–Dress code: tu amiga te contó todo excepto que el grupo de gente con el que habíais quedado tiene como musa de estilo a las hermanas Olsen en su época más homeless. Y allá que te plantas tú con tu modelado, tus tacones de doce centímetros y tu falda de brilli brilli. Al menos ten claro que todos se acordarán de tí.
– Frio: A no ser que lleves dentro de ti una Elsa de Frozen a la que el frío hasta le gusta, lo más habitual un 31 de diciembre es que mueras no de amor, sino de congelación. Y tú que te pensabas que ibas a estar sudando dándolo todo en la discoteca cuando os pasáis la noche de cola en cola de bares…
– Peinados. Tu prima Pili ha terminado el curso CCC de peluqueria y tiene más peligro con la GHD que tú el primer día de las rebajas de Zara. Esto no va a terminar bien y lo sabes, por eso una cita en la peluquería a tiempo es una victoria.
– So sexy: lo que tú te imaginabas como una Nochevieja romántica con tu chico es en realidad una cena con la suegra, la cuñada y la abuela Antonia. A alguien se le olvidó comentarte ese pequeño detalle y ahora estás sentada en medio del comedor con un escote que te llega al ombligo, con miedo a coger jamón del plato y viendo como al tío-abuelo se le van los ojos… Foulares, para qué os quiero…
¿Cuál ha sido la mayor metedura de pata estilística en Nochevieja que podáis contar?
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