Nuevos hábitos, por John Queras
Llegar a un acuerdo entre dos generaciones de hombres que comparten el mismo espacio-tiempo, pero con visiones tan distintas de la belleza, no es tarea sencilla. Y es que los conceptos de masculinidad de cada una son casi antagónicos. Para nuestros padres, que un hombre se dejase el pelo largo, oliese a rosas, utilizase cosméticos o llevase bolso y/o anillos (a excepción, claro está, del de matrimonio y del sello de oro) no eran decisiones muy varoniles. En cambio, ahora, basta un viaje de cinco minutos en el Metro de Madrid para darse cuenta de que estas opciones estéticas ya no son territorio exclusivo de las mujeres. No digo yo que sean mayoría, pero sí algo muy habitual. Que antes un chico mostrase interés en su aspecto físico no estaba bien visto por una sociedad que invitaba a los hombres a quedarse fuera de estos temas. En la actualidad, las cosas han cambiado y por eso el corazón del extracto de perfume L3, de Lamborghini (148 €), el cochazo del macho alfa por excelencia, es un acorde floral formado por violetas y heliantemos.
- Padre, pruebe usted este extracto de perfume hecho con flores.
- ¡Qué pasa, que tengo yo cara de rosal!
Y es una lástima porque es una fragancia especiada y amaderada con un toque de azafrán que huele la mar de bien. Potente y con mucha personalidad.
Un cosmético que todavía no se ha ganado el respeto de la vieja guardia es la mascarilla en velo. Como esta, calmante e hidratante con arroz integral, de Intelligent Skin Therapy (4 €, a la venta en onlinecosmeticos.es). Fabricada en fibra de banana y algodón orgánico, aporta a la piel un concentrado de ingredientes de origen natural diseñado específicamente para las necesidades de nuestra piel.
- Padre, póngase usted una mascarilla en velo, que le veo la piel poco tersa.
- Como no dejes de enredar con esa servilleta, vas a cobrar de lo lindo.
Por fortuna, siempre hay un punto de unión. Como lo es el barbero con aspirador Serie 7000, de Philips (62 €). Una máquina tan sencilla de usar que hasta el padre más torpe podría hacerlo. Y como ahora, tanto ancianiños como viejóvenes compartimos el gusto por las barbas y bigotes, todos podrán recortarse el vello facial sin dejar el cuarto de baño hecho una zorrera.
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