Prendas fetiche
No sé si os ocurrirá lo mismo que a mi, pero a estas alturas de la temporada, abrir el armario y ver un día más lo mismo colgado de las perchas comienza a hacerse un poco pesado. En el intento de darle un poco de variedad al asunto, una comienza a rebuscar esas prendas que casi no ha usado en todo el invierno, con la esperanza de generar un poco de variedad, aunque sea ficticia. Y entonces caes en la cuenta de que por una serie de extraños motivos, hay prendas que repites sin parar y otras que no hay manera de cuadrar en tus estilismos.
Puede ser que sea cómoda, que pegue con todo o que te veas favorecida. Los caminos que hacen que una prenda se convierta en fetiche son muchos y variados, e incluso a veces nada lógicos. Quien no ha pensado alguna vez que esa camisa le traía suerte…
Porque repetir no tiene ninguna relación proporcional con las prendas que tengamos en nuestro armario. Fijaos en la Palermo, que es más apañada que las pesetas y repite sin ningún rubor prendas en sus estilismos.
Nadie podrá decir que la criatura no las aprovehca, hasta el punto de modificarlas y darles una nueva vida, como hace con esta simple falda de flores, que llega a convertir en mini en una especie de falso Bob faldil.
Al contrario de las egobloggers, que dice la leyenda urbana que si repiten prenda se quedan sin macarons, las royals, tan campechanas en el siglo XXI, son muy de repetir modelito (desde la Middleton hasta Letizia).
La más lista de la clase es Keira Knightley, capaz de convertir su vestido de novia en prenda fetiche, o más bien utilizar una prenda fetiche como vestido de novia, porque solo ella es capaz de elegir un vestido usado para su boda.
Esta temporada, sin lugar a duda, mi prenda fetiche ha sido una chaqueta de Zara, a medio camino entre la cazadora y la camisa, de color negro, comodísima para llevar todo el día, que pega con todo y además abriga lo justo para llevar debajo del abrigo. Al principio a una le daba como apuro usarla tanto, pero ha llegado un momento que no me la quito de encima.
Eso sí, repasando fotos o en el momento de cambio de armario te das cuenta de que tu amor por las prendas fetiche es intenso, pero corto, y del enamoramiento una pasa al odio de un día para otro, hasta el punto de que no somos capaces de recordar que tenía que nos gustaba tanto.
¿Cuál es tu última prenda fetiche?
¿Te cuesta repetir modelito o eres de las que lo hace sin complejos?
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