Raciones del Atlántico, por John Queras
Aunque es la dieta mediterránea la que se lleva toda la gloria y la fama mundial, existen otras opciones de comer de manera equilibrada y deliciosa, sin acercarse siquiera a los dominios del Mare Nostrum. De hecho, mientras leáis este post, yo continuaré mi exhaustiva investigación por tierras onubenses, tinto de primavera en mano, descubriendo los beneficios para la salud de los alimentos propios de la zona. El jamón de Jabugo, las papas aliñás, los calamares de campo o las espinacas con garbanzos son buenísimos ejemplos de lo que Huelva puede hacer por nuestros estómagos, pero hoy me voy a centrar únicamente en cuatro frutos del océano Atlántico.
Empecemos por las coquinas, lo que en Valencia llaman tellinas. Estos bivalvos son ricos en todo tipo de minerales, ácido fólico y proteínas. Además, 100 gramos solo contienen uno de grasa y aportan la cantidad diaria de hierro recomendada. Y lo mejor de todo es mojar una panadería entera en la salsita de perejil, ajo y vino que las acompaña. Otro de los clásicos de estas latitudes son las gambas blancas, una variedad autóctona repletita de aminoácidos esenciales y sodio, yodo y fósforo. Eso sí, si tienes el colesterol o el ácido úrico un poco altos, modera su consumo. Cocidas en su punto y con un pellizco de sal gorda no tienen rival.
Uno de mis preferidos de todos los tiempos es el choco, un cefalópodo muy versátil, que lo mismo te levanta un plato de cuchara, tipo papas con ídem, que se inventa un arroz choquero o se presenta en sociedad frito y con un ligero rebozado. Como tiene proteínas para dar y tomar es bueno para la piel, el pelo y las uñas y es rico en selenio, por lo que también es antioxidante. No me quiero despedir sin mencionar a las pijotas, un pez de la familia de la merluza y que por estos lares gustan de llamar lolitas. Ricas en minerales, vitamina B y proteínas, es un pescado blanco de carne magra my recomendable para dieta. Si Nabokov se hubiese inspirado en ellas, su famosa novela hubiese sido muy distinta. Pero ojo: igual que su protagonista pueden convertirse en una obsesión.
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