Probióticos, lo último en cosmética
Si hace una década nos llegan a decir que palabras como “lactobacilus” o “bífidus” iban a formar parte de nuestro vocabulario habitual… la verdad, nos habría extrañado mucho. Y sin embargo, ahora nos parece normal que nuestra nevera esté llena de estas bacterias de acción positiva sobre el intestino. De la misma forma, parece que esas bacterias ahora llegan también a las cremas, ¡y son lo último en cosmética! Y es que los probióticos hoy forman parte de la vanguardia en tratamiento por su poder de reparar, calmar y mejorar el equilibrio de la barrera epidérmica.
¿Qué razones han llevado al éxito de lo se anuncia como lo último en belleza? Sobre todo, su capacidad de mantener la integridad de la barrera cutánea. Si pensamos que, al fin y al cabo, la piel es un órgano de defensa y contención del mundo exterior, entenderemos que su parte más externa, la barrera epidérmica, es también la más agredida. Cuando está dañada, es más fácil que entren agentes irritantes y a la vez, también se escapa más el agua del interior. Una piel agredida es una piel enrojecida, que produce radicales libres y deshidratada. Una piel en calma es, sencillamente, una piel con mejor capacidad de defensa y de retención del agua.
Uno de los principales mecanismos de defensa de la piel son las bacterias que la cubren y protegen. Vale, sí, da algo de grima pensar que estamos cubiertos de bacterias de arriba abajo (y también por dentro, que conste), pero es así, y más nos vale que esas bacterias estén de nuestra parte. Cuando están cuidaditas y no las alteramos demasiado – por ejemplo, con una higiene excesiva, o usando jabones o geles muy abrasivos, que alteran su equilibrio – nos protegen y miman. Los probióticos ayudan a mantener ese delicado equilibrio de la flora cutánea y por tanto ayuda a mejorar tanto la resistencia como la defensa de la piel. Son además un arma excelente para mejorar la irritación, calmar y reparar la piel, que ayuda especialmente a las pieles agredidas o sensibles. Y ahora que conocemos cada vez mejor su importancia en mantener la calma y el equilibrio, ¡sólo es una pena que no haya probióticos para la mente!
Una de las marcas pioneras en incluir probióticos en sus fórmulas es la británica Oskia, caracterizada por su carácter natural & high tech al mismo tiempo. Varios de sus productos incluyen estos activos en diferentes formas, como el sérum iluminador y energizante Get Up & Glow, rico además en péptidos, un complejo azufrado y riboxil, que potencia la energía celular, así como el sérum Renaissance BrightLight, un producto antimanchas e iluminador que actúa inhibiendo tanto las manchas provocadas por el sol como aquellas causadas por motivos hormonales.
Prebióticos – es decir, activos que estimulan a los probióticos – es lo que incluye la gama para Piel Intolerante de Be+. Como explica la marca, estos prebióticos selectivos alimentan las comunidades microbianas beneficiosas y dejan sin alimento a las bacterias que no queremos ver ni en foto, como la famosa (y granujienta) propionibacteium acnés, conocida por causar el temido (sí, lo adivinasteis) acné.
Bioxan Neo utiliza tres activos-nutritivos en sus fórmulas: Vitamina E natural, Omega 3 y prebióticos, concretamente un oligosacárido de asimilación bioselectiva obtenido por un proceso patentado que estimula el crecimiento y la regeneración de la flora natural en detrimento de la flora patógena. La combinación de estos activos proporciona una acción regeneradora y equilibrante anti-manchas, anti-envejecimiento, anti-rojeces y anti-deshidratación.
La gama para piel madura Rosâge de Anne Möller también apuesta por nuestras amigas las bacterias, en este caso, por un suplemento cutáneo probiótico que revitaliza las células y tiene acción antioxidante, mejorando la capacidad de autoregeneración de la piel.
Por su parte, la línea Redness Solutions de Clinique, formulada para pieles muy sensibles y/o que enrojece con facilidad, apuesta por el lactobacilus para calmar y mimar esos cutis que se ponen ariscos ante cualquier imprevisto.
Y Vichy también apuesta por los probióticos, en este caso por el bífidus, para disminuir la sensibilidad cutánea en su nuevo tratamiento anti-edad Slow Àge, tratamiento de día con SPF 25.