Tú decides: vestido joya, ¿sí o no?
Nunca un vestido dio tanto que hablar en tan poco tiempo, y aunque no vamos a entrar en debates sobre las intenciones de ese vestido (eso se lo dejamos a las chicas de Vogue.es que lo han hecho así de bien) si que voy a aprovechar la ocasión para poner el tema encima de la mesa. ¿Son necesarios los vestidos joya?
Y aunque vaya por delante que no me gusta nada este tipo de vestidos, en relación con la polémica del vestido de Pronovias lo único que me chirría (y siempre desde el punto de vista de la moda) es que cuando ha sido Beyoncé, Jennifer López o la Kardashian la que ha lucido un modelito semejante se ha colocado (o nos las han colocado) en el primer puesto de las mejores vestidas, cosa que no ha ocurrido ni por asomo con la Pedroche.
Porque si la intención de esas transparencias (y ya me estoy metiendo en harinas) era conseguir audiencia, supongo que cuando Beyoncé o Kim se colocan modelitos como este para subir la escalera del MET lo hacen para conseguir, al fin y al cabo, publicidad. De su mejor marca, que son ellas mismas, pero saben que con estas transparencias tienen asegurados sus 30 segundos en todos los informativos del mundo (no hay nada que guste más en un telediario que un modelito que deje poco a la imaginación).
Y debe funcionar bien, porque las hay que prueban y repiten, como Jennifer López. Que al mismo tiempo nos demuestra como no todo vale en el mundo de los vestidos joya: mientras el de la izquierda equilibra bastante bien pedrería y transparencia, lo de la derecha es un despropósito.
Una, que es muy cateta, lo primero que se pregunta al ver estos modelos es cómo se sentirá la que los viste. Porque además de tener una buena ración de amor propio muy cómodo no tiene que ser andar por ahí con la tensión de que algo se mueva y deje a la vista lo que no debe.
Vamos, una que ha cogido más de una tortícolis por estirarse demasiado con la cosa de que le hacía hueco el escote, no quiero ni pensar tener que andar o sentarse con un modelito de semejantes características… Más recta que con la señorita Rotenmeyer,
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