El rincón de Bell: Semana de cine y libros
Como ya sabréis Súper López ha arrasado en taquilla y se ha convertido en el mejor estreno español del año haciendo disfrutar a niños y no tan niños. Os dejo…
Como ya sabréis Súper López ha arrasado en taquilla y se ha convertido en el mejor estreno español del año haciendo disfrutar a niños y no tan niños. Os dejo…
Una tarde de otoño tumbado a pierna suelta en mi sofá, dudando entre masturbarme o leer. Los últimos rayos de sol entrecortados por las cortinas me acarician la cara y frente a mí, una estantería ¡llena de libros de gastronomía! ¡Ufffff! Ante una decisión tan evidente decido leer, y masturbar la única neurona que tengo no sea que pierda el vigor y la tensión que la caracterizan. ¡Le daré su aporte vitamínico!
Hoy os voy a hablar de libros gastronómicos en todas sus vertientes: de recetas, de productos, novela,…
En la estantería, azaroso entre todos ellos se encumbra un libro de setas perfecto para la época en la que estamos Los Hongos. Manual y guía didáctica de micología (Editorial Irma S.L. 750 páginas. 70 € aprox). Escrito por varios autores, es bastante completo tanto en especificaciones como en contenido visual. Describe las setas comestibles y las venenosas, con su nombre en varios idiomas, además del nombre científico y datos sobre macroscopía, microscopía, hábitat, comestibilidad y confusiones. Es perfecto para adentrarnos y explorar el fascinante mundo de las setas, un mundo con doble recompensa ya que además de recolectarlas y pasar un día estupendo en el campo, después te las comes. ¡Advertencia ante la duda con una seta lo mejor es no comerla pues el error puede acabar con tu vida! Una de las setas que mas me gusta es la Amanita Cesárea, la seta preferida de los Cesares, laminada en carpaccio, cruda y aderezada con un poco de sal Maldon y un buen aceite de oliva virgen extra de Arbequina elaborado por finca La Gramanosa para El Corte Ingles a veces menos es mas y la sencillez roza la excelencia.
Otro libro por el que muero de amor es la Tacopedia. La enciclopedia del taco (Trilce Ediciones. 320 páginas). En él encontramos desde recetas de los diferentes tipos de tacos que se elaboran en distintas zonas de México, de las más deliciosas salsas hasta entrevistas con grandes taqueros y direcciones para echarse un buen taco en México. Es un libro con gran contenido gráfico y una lectura rápida y entretenida. Entre de los tacos que me fascinan se encuentran los tacos de canasta que se inventaron en las regiones mineras de Hidalgo y Guanajuato, también llamados tacos mineros, se hacen con frijoles, papas, chicharrón y chorizo y se terminan de cocinar con el calor residual de los tacos dentro de una canasta. Se puede comprar en La Casa del Libro y cuesta 36,10 €.
¿Pero que tengo también por aquí? Un libro que me acompaña desde hace años y es un fiel amigo La Cocina y los alimentos del autor Harold McGee (Editorial DEBATE). Es un autentico tesoro de la gastronomía en el que se explican la ciencia y la cultura de la comida. Muy didáctico, habla de las reacciones químicas y físicas de los alimentos cuando se cocinan, sabores, conservación, técnicas culinarias… Es un libro que nos enseña a entender el porqué y cómo las reacciones químicas pueden modificar un producto en textura, sabor, color etc. Se puede comprar en Amazon y su precio es de 42,65 €.
¡Noooo! ¡No puede ser! Un libro que amo El Bacalao en la Cocina Vasca. (Editorial IANO). Su autor es Rafael García Santos, prestigioso gastrónomo vasco que además de rendir un homenaje al bacalao fomenta practicar las fórmulas de elaboración; expone recetas tradicionales y recetas más evolucionadas de vanguardia; habla de las técnicas para tratar el bacalao desde su desalado hasta cómo cocinarlo y recopila recetas elaboradas en sidrerías y restaurantes, con recetario de cocineros y amantes del bacalao que no dejará indiferente a los amantes de la buena mesa. De hecho, hoy mismo he ido al mercado a comprar unas buenas tajadas de bacalao en salazón para hacer mi receta favorita Bacalao a la Vizcaína. El libro se puede comprar en la librería A punto de Madrid (18,20 €).
Y para terminar, un libro trepidante “Entre pólvora y canela” de Eli Brown (Ediciones Salamandra) que relata las aventuras marineras y experiencias gastronómicas de una vital y fogosa pirata Hannah Mabbot y un cocinero llamado Owen Wedgwood. Como telón de fondo, el lado mas oscuro del Imperio Británico con la trata de blancas y los abusos vinculados al comercio del té, la seda y la plata. Es una novela rápida, intrépida, divertida que se puede comprar en FNAC por 19 €
Y para acompañar una tarde de lectura otoñal, nada mejor que buena compañía, una chimenea, un gran ventanal para ver caer la lluvia y un buen vino blanco de la Alsacia elaborado con uva Pinot gris llamado Himmrich Pinot Gris Cleebourg, de Bodegas Cave de Cleebourg. Se puede comprar en El Club del Gourmet de El Corte Ingles (unos 20 €). Os dejo la nota de cata del gran catador de vinos Leónidas Jeanroy . Me la ha enviado por whatsaap y como me ha parecido bastante interesante os la transmito tal cual: “Es un vino rico en matices, fruta madura, notas amieladas con bastante densidad y frescor, un vino que acompaña perfectamente un foie, carnes de caza en salsa, también con quesos maduros e intensos y bien curados, le va genial un buen chocolate, pero sin duda un vino maravilloso de trago corto, meditativo con un puro en la mejor compañía al fuego de una chimenea tras un buen polvo.
Y para terminar, os recomiendo la canción de Ramoncín, cuyo título he reconvertido en el título de este post. Para seguir con la estela del titulo del articulo recomiendo una canción que es “Litros de Alcohol” de Ramoncín.
¡¡A comernos el viernes!!!!!
Mi vida, estos días, está siendo una locura. Estoy a punto de empezar a rodar una nueva película y con la promoción de “Ola de Crímenes” que se estrena esta semana, concretamente el viernes 5. Pero como no quería faltar a mi cita semanal os dejo unas fotitos de mi paso por el Festival de Cine de San Sebastián donde presenté la gala de clausura y me encontré con grandes amigos.
Besos mil.
Aprovecho que mañana es el Día Internacional del Chocolate para profundizar en la atracción que sufrimos la boomers por tan preciado bien. Según las estadísticas, a nueve de cada diez mujeres les gusta el chocolate (y la décima, miente). Supongo que se debe a un cúmulo de múltiples circunstancias, pero en mi caso se remonta a la más tierna infancia y al recuerdo inconfundible del olor de un delicioso chocolate a la taza. Aquellos días en los que la tentación no vivía arriba, sino al final del pasillo a la derecha, donde se encontraba la cocina. Rememoro los desayunos con el sabor del colacao (el desayuno de los campeones) y mi lucha diaria porque no se hiciesen grumos; el donut fondant de media mañana cuyas huellas limpiaba en la falda escocesa que tanto odiaba y el bocadillo del cole, pan con Nocilla a media tarde, que señalaba que el día de estudio tocaba a su fin. Sobredosis de cacao para mitigar el aburrimiento de ser una niña. Ahora entiendo porque tras el empacho de cacao, el mundo me parecía mejor. La explicación científica está basada en las múltiples reacciones químicas que causa en nuestro cerebro; me entero de que el chocolate contiene más de 300 sustancias químicas. Casi me da un síncope. Toda la vida “zampando” chocolate… ¡Estoy intoxicada!… ¡Voy a morir!
Continúo con mi investigación, y descubro que el consumo de chocolate ayuda a producir una serie de sustancias en el cerebro, entre muchas otras la serotonina, conocida como la hormona de la felicidad o del “buen rollo” y la dopamina que nos hace sentir un máximo placer, similar al de un orgasmo. Y aquí quería llegar yo… Dice la sabiduría popular que no hay mejor sustituto del sexo que el chocolate. ¿Será un mito equiparable al de las dos horas de digestión o la pérdida fulminante de vitaminas del zumo de naranja? La respuesta es no. Cualquiera que conozca bien el sexo y conozca bien el chocolate te dirá que no son comparables, aunque bioquímicamente sean iguales.
La mayoría, probablemente, elegiría el sexo antes que el chocolate, pero lo cierto es que a falta de uno podemos conformarnos con el otro para, como mínimo, paliar los males que nos provoca la abstinencia. Y aunque muchos expertos aseguran que afirmar así a la ligera que el chocolate es un sustitutivo del sexo es ir demasiado lejos, sí que es cierto que la ingesta de chocolate facilita la liberación de endorfinas, una sustancia que generan nuestros neurotransmisores y que nos hace sentir felices, estimula el sistema nervioso y mejora el ánimo. Algo así como un antidepresivo natural de venta sin receta para los malos momentos (algunos lo llaman el “prozac vegetal”), o como un orgasmo artificial mantenido en el tiempo. De hecho, el 23% de las mujeres afirma que la comida les proporciona mayor placer que el sexo, porcentaje que en los hombres se reduce al 13%. Para los amantes de la comida de ambos géneros, el chocolate se lleva medalla de oro en la carrera a la felicidad. Y sigo investigando sobre el tema, y leo un estudio realizado en Italia bastante revelador: las mujeres que consumen a diario chocolate muestran niveles más altos de deseo que las que no tienen este hábito. Es decir, el chocolate puede tener un impacto psicológico positivo en la sexualidad femenina. ¡Tomo nota!
Nuestra literatura de tradición oral tampoco ha sido indiferente a los encantos del chocolate, que ha inspirado títulos célebres como Chocolate, The Consuming Passion, de Sandra Boynton, un superventas en Estados Unidos en la década de los 80. Habla con humor sobre el mito y afirma que “el chocolate no es nada más que un sustituto del afecto”. Esto explica porqué tras una pelea sentimental o un mal día en la oficina, zamparnos un litro de helado de chocolate es una buena terapia. De la cocina al diván, y sin pedir cita. Cierto es que las mujeres a menudo tendemos a compensar las frustraciones emocionales con grandes dosis de chocolate.
Y hablando de terapias alternativas, pienso en un libro que me hizo pasar muy buenos ratos, tantos como una buena sesión de sexo, una tarde de confidencias con mi grupo de amigas o los chocolates con churros en San Ginés a altas horas de la madrugada a la salida del Joy Eslava. Me refiero a la novela Como Agua para chocolate, escrita por Laura Esquivel, publicada a finales de los ochenta, y luego muy bien llevada al cine. Una historia de amor y gastronomía ambientada en Méjico a principios del siglo XX. Dos jóvenes locamente enamorados, tienen que renunciar a su amor porque la madre de ella (una auténtica bruja) decide que al ser la menor de sus hijas, debe quedarse soltera para cuidarla en su vejez. No me extraña que ingiriera como si no hubiese un mañana. Se puso tan gorda, tan gorda, tan gorda, que al final explota (me parece recordar).
Aunque, contrariamente a lo que se piensa, el chocolate no suma kilos; sí el blanco -que no es tal- y el con leche -que tiene más grasas-, pero el negro, amargo, oscuro, al 70% es un auténtico placer para el paladar que apenas contiene calorías. ¿Sabías que un estudio científico ha demostrado que tomar un trozo de chocolate negro antes de la comida contribuye a una mejor digestión? Y sabe muchísimo mejor que una infusión.
Como siempre, termino mi exposición con música de la buena. Me ha sido imposible encontrar una canción en torno al tema que no fuese “Paquito el chocolatero”, así que me he ido por el camino más dulce. Aquí os dejo Sweet Dreams, el legendario himno del dúo británico Eurythmics, con la gran Annie Lennox. Trata sobre cómo perseguir tus sueños y no rendirte ante las adversidades. ¿Pega todo no?
Una vez más, los acontecimientos me han hecho tener que tomar medidas respecto a esta tendencia. Ya la había merodeado en los últimos meses: que si los pedal pusher, que si las bermudas en 2018. Pero las mallas ciclistas vienen dispuestas a dar mucho juego, y por eso, se merecen su propio post. Y si haces unos meses hablar de esta tendencia requería una preparación previa
El éxito cosechado en el street style me hace dudar un poquito de mi sentido arácnido, porque han conseguido llegar a la calle
Así que una vez que tenemos claro que ha ascendido de tendencia absurda a trend total, analicemos las posibilidades de salir a pasear por tu ciudad con estilismos como estos
Así, marcando muslamen y flancos, pero tranquila, que el truco está en colocarte una blazer un poquito oversize encima y así disimulamos un poco.
Que casi que parezca un accidente, cual culottes que una se ponía con once años para hacer la voltereta y el pino-puente y no enseñar más de la cuenta. Pero sin falda ni vestido encima.
De hecho la chaqueta se consolida como la pareja de baile de los cycling shorts, en un juego de contrastes que hay que reconocer que tiene su gracia.
Pero no sólo de chaquetas viven los shorts ciclistas; también podemos jugar con otras prenda con volumen, como una camisa.
Si, el carnaval es en febrero, pero ya que te has atrevido a ir en mallas, a nadie le importará si las acompañas de tus chanclas psicineras; o de una parka y unas botas de montaña. Así, sin anestesia.
A nuestras celebrities le ha encantado la excentricidad, sobre todo a esas que son de arreglá pero informal, encontrando así su nuevo chandalismo con tacones versión 2018.
Y así conviven con la sudadera y los taconazos, o el minibolso multilogo.
En resumen: nunca tus mallas del Decathlon estuvieron tan de moda.
Si te he convencido, recuerda que en la moda la fortuna favorece a las audaces, así que tú que te atreves, llévalas antes de que sean plaga. Como opción más accesible tienes esta que encontramos en Bershka por 12,99 euros.
Nuestros vecinos británicos están ya completamente en onda ciclista, y en Topshop encontramos varias opciones, que van desde los de la izquierda, que definen como disco y que cuestan 16 euros; a estos otros de la izquierda, de terciopelo, que tienen un precio de 20 euros.
Así que venga, no me deis un no rotundo, ¡que torres más altas han caído!
Cycling short, ¿sí o no?
El estadounidense Stuart Weitzman (Massachusetts en 1942) es uno de los más importantes diseñadores de la industria zapatera que utiliza el “made in Spain”; porque es en Elda y Petrer (Alicante) donde fabrica todos sus zapatos.
Weitzman cuenta con 57 tiendas propias en todo el mundo y tiene puntos de venta en 70 países, todo un imperio que maneja con soltura y es normal que esté en los centros de fabricación “a pie de obra” vigilando la línea de producción.
Y como no olvida que la puesta en escena es vital, para presentar los nuevos modelos de su marca para la próxima estación, ha fichado a dos tops, la modelo holandesa Doutzen Kroes (33 años) y la brasileña Gisele Bundchen para mostrar que sigue siendo un visionario.
La campaña, fotografiada por el dúo Inez & Vinoodh, enseña desde botas de gamuza a botines acolchados, pasando por sandalias de fiesta con colores efervescentes que las modelos muestran con tupidas medias negras. Si lo dice Weitzman y lo lucen estas tops, habrá que probar.
Doutzen es una de las mujeres más influyentes del momento (con más de cinco millones de seguidores en su Instagram @doutzen), presume de un cuerpo increíble, que le hizo posible lucir las alas de Victoria’s Secret durante una década, desde 2005 a 2015. Ahora se dedica a protagonizar grandes campañas de marcas de moda y belleza, además de diseñar ropa deportiva para Doutzen Sport Collection, prendas que comercializa la firma holandesa Hunkemöller, de la que es imagen desde 2016.
Está casada con el músico Sunnery James, de origen surinamés (Surinam, antigua Guayana Holandesa,) con el que tiene dos hijos, Phyllon Joy y Myllena Mae. La modelo, que está ahora mismo estudiando interpretación, ya ha hecho su primera incursión cinematográfica como “Venelia”, una de las amazonas en el filme “Wonder Woman”.
De Bundchen, (más de 14 millones de seguidores en (@gisele), qué añadir. La modelo que se retiró de las pasarelas, sigue tan activa como siempre. Ya lo expresó muy claramente, ¿retirada?, sí, pero solo de los desfiles, porque piensa seguir inmersa en el mundo de la moda y copando portadas y campañas publicitarias. Y lo está cumpliendo.
La modelo de rostro angelical es la nueva embajadora de la marca de moda Auguste the Label, tan australiana como ella misma. Además de la colección de vestidos vaporosos y veraniegos, también se incluye una línea de camisetas de edición limitada cuyos ingresos irán a ONU Women, porque Gemma Ward forma parte del grupo de tops solidarias que suelen colaborar a menudo prestando su imagen para acciones sociales.
Gemma (Perth 3 noviembre de 1987) ha tenido una carrera llena de idas y venidas que ha sido ampliamente comentada. Descubierta a los 15 años tras presentarse a un concurso de modelos organizado por la prestigiosa agencia Ford, a los 22 años, después de haber llegado al pódium de los desfiles y habiendo ocupado 24 veces la portada de Vogue en diferentes países, se despidió de las pasarelas y del mundo mediático en general.
Entre las versiones que hablan sobre la marcha de esta belleza australiana, la más notable es la que se centraba en el hecho de que tras verla desfilar en un biquini de denim para Chanel primavera-verano 2007, las críticas sobre su gordura la convencieron para largarse a vivir su vida sin presiones.
Después, en 2008 ocurrió que su novio, el actor autraliano Heath Ledger falleció de una sobredosis accidental de medicamentos en su apartamento de Nueva York, suceso del que la modelo no habló hasta pasados unos cuantos años, fue en el Sunday Herald Sun cuando manifestó públicamente que “no había nadie como él, y no lo habrá nunca“.
Aunque Gemma no haya estado desfilando en años, si hizo pinitos en el cine, apareciendo en películas como Piratas del Caribe y El Gran Gatsby. También disfruta de una nueva vida romántica con su marido, el fotográfo filipino David Letts, con quien tiene dos hijos.
En la luminosa campaña de moda, la belleza natural de Gemma brilla mientras posa al aire libre en tomas empapadas de sol y naturaleza capturadas por Trevor King. Para el look, un cabello con ondas revueltas y un maquillaje sobrio y natural. Muy del estilo de la modelo.
Para seguir a Gemma @gem.gems
La mejor temporada del chipirón es el verano y dependiendo de su tamaño se denomina calamar o puntilla. Su nombre científico es Loligo Vulgares y, para mí, los mejores son los de anzuelo del Cantábrico, sobre todo los que pescan señores jubilados con luz artificial de noche y con anzuelos artesanales que fabrican ellos mismos. El chipirón con su belleza primitiva estimula las glándulas salivares y en cada bocado puedes llegar al orgasmo. Este molusco cefalópodo es muy habitual en las pescaderías españolas aunque muchos son de Argentina y no están tan buenos como los nacionales.
Pochar la cebolla junto a la mantequilla y la pimienta; añadir la harina y tostarla; ir echando la leche bien caliente poco a poco; remover toda la mezcla con una cuchara de palo; añadir los chipirones picados y la tinta de calamar y a remover la masa con paciencia hasta que quede fina y ligada. Ahí reside el secreto, en remover, remover y remover… y cuando te duela la mano y veas que la masa brilla es cuando tienes que parar y dejarla enfriar. Una vez fría, hacemos bolas del tamaño de pelotas de pin pon, rebozamos con huevo y pan rallado, freímos hasta que estén bien doradas y a disfrutar.
Estas croquetas las armonizaría con un vino blanco Habla del mar, buena compañía, un buen baño en el Cantábrico y escuchando la canción de José Luis Perales “Un velero llamado libertad”. Uno de los cocineros que las bordan es Martín Berasategui