Solo hay una cosa que temes más que una notificación de Whatssapp en la que te avisan de que te han unido al grupo Cena Navidad 2018: qué te vas a poner para la dichosa cena. Porque es evidente, no tienes nada que ponerte. Así que DWZ Servicio Público acude al rescate con nueve, nueve, formas de sobrevivir a las citas navideñas.
1. Con falda midi de tartán
Pero no tubo, sino estilo capa. Las veo en todos lados, y después de que Kate Middleton le haya dado su bendición, es oficial: necesitas una. La verde es de Zara y cuesta 39,95 euros.
2. Boiler suit
Haz como la Beckham y saca tu lado fashion-proletario para sorprender estas Navidades. Eso sí, puede que tu suegra no lo entienda. Este es de Bershka y su precio, 39,99 euros.
3. Con plumeti
Porque seguramente tanto tu suegra como tu madre sean más de vestido de niña buena, con su plumeti y su manguita. Este es de Coosy y cuesta 120 euros.
4. Vestido camisero
Hay que predicar con ejemplo, y os confieso que mi apuesta navideña es esta: vestido camisero de lunares, que la mismísima Kate ha llevado recientemente, y que espero que me solucione más de una papeleta (y no la de la lotería). Es de Zara y cuesta 39,95 euros.
5. Vestido lencero (sobre pantalón vaquero)
Porque la pulmonía no es bella, aprovecha tu vestido lencero jugando a las súper posiciones sobre unos vaqueros. Por ejemplo, este de Mango, que lleva con nosotros desde comienzos de temporada y que tiene un precio de 49,99 euros.
6. Vestido de cuadros midi
Una prenda que me chifla, pero que me da un poco de miedo parecer recién salida del hospicio de Annie. Aún así, en la foto me encanta. El rosa es de Mango y su precio 49,99 euros.
7. Vestido smoking asimétrico
Porque para ti salir de fiesta significa darlo todo, necesitas un vestido que no deje a nadie indiferente. Tu apuesta sin duda será este vestido asimétrico de Zara, que cuesta 29,95 euros.
8. Vestido de tweed
Otra vuelta de tuerca al niñabuenismo, y es que el toque chanelero es un acierto seguro. La opción lowcost la firma Zara y cuesta 22,95 euros.
9. Capa
Y si tienes frío… Y tienes que ir de largo… Y no te ves con el abrigo a media pierna… La capa acude al rescate! Fijaos en la amiga Gwyneth. Esta es de Zara y cuesta 49,95 euros.
¿Será una de estas nueve tu apuesta para las Navidades 2018?
Ya sabemos… las pasarelas proponen pero Amancio dispone. Y ha dispuesto que estemos en momento camuflaje. Otra vez. Con su colección cláusula SRPLS, de la que tanto se ha hablado esta semana. Así que toca volver a las trincheras de la moda. Señor, si señor!
Una tendencia que me va a costar, y es que nunca me he visto con el rollo militar en general y el camuflaje en particular. No veo yo el momento, no.
De llevar abrigos como este, que lo veo súper monos en la foto pero creo que es complicado que combinen con cualquier prenda de mi armario. Este es de Zara, de la célebre colección SRPLS, y cuesta 169 euros.
O pantalones como estos, que al igual que el caso anterior, veo ideales en las demás pero que en mí vería como disfraz. Estos son de Pull&Bear, y su precio, 15,99 euros.
El estampado camuflaje hace las delicias de las amantes de las minis con versiones como estas, que me encanta en contraste con la sudadera amarillo huevo. Es de Bershka y cuesta 19,99 euros.
La dosis discreta viene de la mano de Stradivarius, que se conforma con esta camiseta básica con manga un pelín caída. Se queda en 5,99 euros.
No, la mejor forma de empezar un martes (porque si hay algo peor que un lunes es un martes, que ya se te ha olvidado el fin de semana) es darte cuenta de que, de repente, te has quedado viejuna para Stradivarius. Yo, que estaba comenzando a calmar mi pre-crisis de los 40 con las novedades casibuenas-bonitas-baratas de la marca, me doy de bruces con una campaña ambientada en bibliotecas, laboratorios y campus universitarios. Eso no se hace, Amancio. Volvamos al descampado, al riachuelo, al apartamento sin amueblar, al hospital robado. Pero no me lleves a la universidad, que cuando yo pisaba las clases, pagaba las fotocopias en pesetas.
Intentemos ser positivas. Que lo del castillo Harry Potter de fondo no ayuda, ni los shorts para ir en bicicleta, pero a estas chaquetas de borreguito se les puede sacar partido.
Por no hablar de este traje de chaqueta de cuadros con la camiseta de Mickey. Al fin y al cabo, Carrie Bradshaw ya tenía taitantos cuando llevaba esta camiseta por las calles de la gran manzana. Compro vocal y resuelvo pero sin la mini, que sigo sin caber en mi.
Bueno, parece que hay esperanza. El momento cinturón-bolso ya lo tenemos asimilado, y no sabéis lo que me apetece. Eso si, una duda. ¿Se puede trabajar/ir a clase con el bolso colgado? Porque claro, una que hace cuando llega a su destino, ¿se sigue moviendo con el bolso a la cintura? La duda me atormenta. De la imagen de la derecha me quedo con dos prendas que ya hemos señalado en capitulos anteriores: el pichi y las botas cowboy.
El momento laboratorio se queda en la prehistoria (fijaos yo, que soy de letras) pero nos apropiamos también del combo body + blazer de cuadros.
Siendo optimistas, una podría pasar por repetidora, y lucir abrigo de punto con beret a juego y botas metalizadas; por no hablar de esa gabardina de cuadros combinada con el vestido de flores, con lo que me gustan a mí esas mezclas raras.
Si te quedaste sin el peto de cuadros de Zara de la temporada pasada, aquí tienes tu segunda oportunidad de conseguir uno; yo ya tengo confirmado que mis flancos no son compatibles con esos cortes; Burberry es la firma del momento, y vamos a tener cuadros similares a los míticos de la firma británica por todos lados. Este abrigo cuesta 35,99 euros y me requetencanta.
La serpiente está en todas partes, y si ya vas tarde, nuevo chance: camisa o falda, tú decides (yo me pido la falda!)
Volvemos al momento Quimicefa, aunque te digo yo que como se caiga un bote, la mancha no sale seguro…
¿Eras más de biblioteca o de escaparte a las gradas? Pues me molan los dos estilismos: la falda tubo con la sudadera marrón chocolate; y los cuadros en tonos grises combinados con tonos neutros.
¿Es posible sobrevivir a lo nuevo de Stradivarius más allá de los taitantos?
Aprovecho que mañana es el Día Internacional del Chocolate para profundizar en la atracción que sufrimos la boomers por tan preciado bien. Según las estadísticas, a nueve de cada diez mujeres les gusta el chocolate (y la décima, miente). Supongo que se debe a un cúmulo de múltiples circunstancias, pero en mi caso se remonta a la más tierna infancia y al recuerdo inconfundible del olor de un delicioso chocolate a la taza. Aquellos días en los que la tentación no vivía arriba, sino al final del pasillo a la derecha, donde se encontraba la cocina. Rememoro los desayunos con el sabor del colacao (el desayuno de los campeones) y mi lucha diaria porque no se hiciesen grumos; el donut fondant de media mañana cuyas huellas limpiaba en la falda escocesa que tanto odiaba y el bocadillo del cole, pan con Nocilla a media tarde, que señalaba que el día de estudio tocaba a su fin. Sobredosis de cacao para mitigar el aburrimiento de ser una niña. Ahora entiendo porque tras el empacho de cacao, el mundo me parecía mejor. La explicación científicaestá basada en las múltiples reacciones químicas que causa en nuestro cerebro; me entero de que el chocolate contiene más de 300 sustancias químicas. Casi me da un síncope. Toda la vida “zampando” chocolate…¡Estoy intoxicada!… ¡Voy a morir!
Continúo con mi investigación, y descubro que el consumo de chocolate ayuda a producir una serie de sustancias en el cerebro, entre muchas otras la serotonina, conocida como la hormona de la felicidad o del “buen rollo” y la dopamina que nos hace sentir un máximo placer, similar al de un orgasmo. Y aquí quería llegar yo… Dice la sabiduría popular que no hay mejor sustituto del sexo que el chocolate. ¿Será un mito equiparable al de las dos horas de digestión o la pérdida fulminante de vitaminas del zumo de naranja? La respuesta es no. Cualquiera que conozca bien el sexo y conozca bien el chocolate te dirá que no son comparables, aunque bioquímicamente sean iguales.
La mayoría, probablemente, elegiría el sexo antes que el chocolate, pero lo cierto es que a falta de uno podemos conformarnos con el otro para, como mínimo, paliar los males que nos provoca la abstinencia. Y aunque muchos expertos aseguran que afirmar así a la ligera que el chocolate es un sustitutivo del sexo es ir demasiado lejos, sí que es cierto que la ingesta de chocolate facilita la liberación de endorfinas, una sustancia que generan nuestros neurotransmisores y que nos hace sentir felices, estimula el sistema nervioso y mejora el ánimo. Algo así como un antidepresivo natural de venta sin receta para los malos momentos (algunos lo llaman el “prozac vegetal”), o como un orgasmo artificial mantenido en el tiempo. De hecho, el 23% de las mujeres afirma que la comida les proporciona mayor placer que el sexo, porcentaje que en los hombres se reduce al 13%. Para los amantes de la comida de ambos géneros, el chocolate se lleva medalla de oro en la carrera a la felicidad. Y sigo investigando sobre el tema, y leo un estudio realizado en Italia bastante revelador: las mujeres que consumen a diario chocolate muestran niveles más altos de deseo que las que no tienen este hábito. Es decir, el chocolate puede tener un impacto psicológico positivo en la sexualidad femenina. ¡Tomo nota!
Nuestra literatura de tradición oral tampoco ha sido indiferente a los encantos del chocolate, que ha inspirado títulos célebres como Chocolate, The Consuming Passion, de Sandra Boynton, un superventas en Estados Unidos en la década de los 80. Habla con humor sobre el mito y afirma que “el chocolate no es nada más que un sustituto del afecto”. Esto explica porqué tras una pelea sentimental o un mal día en la oficina, zamparnos un litro de helado de chocolate es una buena terapia. De la cocina al diván, y sin pedir cita. Cierto es que las mujeres a menudo tendemos a compensar las frustraciones emocionales con grandes dosis de chocolate.
Y hablando de terapias alternativas, pienso en un libro que me hizo pasar muy buenos ratos, tantos como una buena sesión de sexo, una tarde de confidencias con mi grupo de amigas o los chocolates con churros en San Ginés a altas horas de la madrugada a la salida del Joy Eslava. Me refiero a la novelaComo Agua para chocolate, escrita por Laura Esquivel, publicada a finales de los ochenta, y luego muy bien llevada al cine. Una historia de amor y gastronomía ambientada en Méjico a principios del siglo XX. Dos jóvenes locamente enamorados, tienen que renunciar a su amor porque la madre de ella (una auténtica bruja) decide que al ser la menor de sus hijas, debe quedarse soltera para cuidarla en su vejez. No me extraña que ingiriera como si no hubiese un mañana. Se puso tan gorda, tan gorda, tan gorda, que al final explota (me parece recordar).
Aunque, contrariamente a lo que se piensa, el chocolate no suma kilos; sí el blanco -que no es tal- y el con leche -que tiene más grasas-, pero el negro, amargo, oscuro, al 70% es un auténtico placer para el paladar que apenas contiene calorías. ¿Sabías que un estudio científico ha demostrado que tomar un trozo de chocolate negro antes de la comida contribuye a una mejor digestión? Y sabe muchísimo mejor que una infusión.
Como siempre, termino mi exposición con música de la buena. Me ha sido imposible encontrar una canción en torno al tema que no fuese “Paquito el chocolatero”, así que me he ido por el camino más dulce. Aquí os dejo Sweet Dreams, el legendario himno del dúo británico Eurythmics, con la gran Annie Lennox. Trata sobre cómo perseguir tus sueños y no rendirte ante las adversidades. ¿Pega todo no?
Una vez más, los acontecimientos me han hecho tener que tomar medidas respecto a esta tendencia. Ya la había merodeado en los últimos meses: que si los pedal pusher, que si las bermudas en 2018. Pero las mallas ciclistas vienen dispuestas a dar mucho juego, y por eso, se merecen su propio post. Y si haces unos meses hablar de esta tendencia requería una preparación previa
El éxito cosechado en el street style me hace dudar un poquito de mi sentido arácnido, porque han conseguido llegar a la calle
Así que una vez que tenemos claro que ha ascendido de tendencia absurda a trend total, analicemos las posibilidades de salir a pasear por tu ciudad con estilismos como estos
Así, marcando muslamen y flancos, pero tranquila, que el truco está en colocarte una blazer un poquito oversize encima y así disimulamos un poco.
Que casi que parezca un accidente, cual culottes que una se ponía con once años para hacer la voltereta y el pino-puente y no enseñar más de la cuenta. Pero sin falda ni vestido encima.
De hecho la chaqueta se consolida como la pareja de baile de los cycling shorts, en un juego de contrastes que hay que reconocer que tiene su gracia.
Pero no sólo de chaquetas viven los shorts ciclistas; también podemos jugar con otras prenda con volumen, como una camisa.
Si, el carnaval es en febrero, pero ya que te has atrevido a ir en mallas, a nadie le importará si las acompañas de tus chanclas psicineras; o de una parka y unas botas de montaña. Así, sin anestesia.
A nuestras celebrities le ha encantado la excentricidad, sobre todo a esas que son de arreglá pero informal, encontrando así su nuevo chandalismo con tacones versión 2018.
Y así conviven con la sudadera y los taconazos, o el minibolso multilogo.
En resumen: nunca tus mallas del Decathlon estuvieron tan de moda.
Si te he convencido, recuerda que en la moda la fortuna favorece a las audaces, así que tú que te atreves, llévalas antes de que sean plaga. Como opción más accesible tienes esta que encontramos en Bershkapor 12,99 euros.
Nuestros vecinos británicos están ya completamente en onda ciclista, y en Topshop encontramos varias opciones, que van desde los de la izquierda, que definen como disco y que cuestan 16 euros; a estos otros de la izquierda, de terciopelo, que tienen un precio de 20 euros.
Así que venga, no me deis un no rotundo, ¡que torres más altas han caído!
Y yo, como os conté en el post de la sandalia chancla, preocupada el fin de semana que olvidé echar los zapatos en la maleta y tuve que salir “vestida” a la calle con las chanclas de dedo, que era lo único que tenía. Que resulta que es lo más, o eso se deduce después de ver los estilismos de las semanas de la moda del último mes, donde cualquier estilismo era bueno para llevar con flip-flops.
Una tendencia que ya vimos en las pasarelas, desde el pijismo de Michael Kors al sporty-chic de Isabel Marant
Pasando por el preppy de Valentino Resort 2018 o la sofisticación de Mary Katrantzou, que le mete un pelín de plataforma.
Y así Conpenhague, Oslo y Helsinki, que cada temporada toman más fuerza como referentes del street style, se han llenado de flip-flops. Que algo bueno tenían que tener: van con todo.
Con tu vestido o falda de satén, con el consiguiente contraste entre la delicadeza del tejido y el casual extremo de la chancla.
El momento bermuda ciclista me recuerda un poco a cuando sales del gimnasio y te vas a meter en la ducha, así que creo que demasiado para mí.
Pensándolo bien, cómodos son y baratos también, y fijaos en lo bien que quedan en estilismos inesperados
¿Que te toca pedicura? Pues te viene fenomenal. ¿Que los tacones te han destrozado los pies? Pues libertad para ellos
Al fin y al cabo, en peores plazas hemos toreado… La pregunta es… ¿se convertirán en la prenda absurda de este otoño? (Por aquello de lo de con frío y en chanclas).
¿Chanclas para todo o mejor las dejamos para la piscina?
Parece que esta semana me he propuesto hacer un ejercicio de liberación de mis traumas fashionistas más ocultos. Porque si el otro día hablaba de mi rechazo a las mochilas, creo que solo hay otra prenda capaz de despertar ese antiamor en mi: las sandalias que dejan el pie al aire. Pero el rizo puede rizarse aún más: con tira en el dedo gordo.
Un diseño que tiene todos los ingredientes para convertirse en éxito: veraniego, cómodo (aunque esa tira en el dedo gordo tiene que rozar seguro) y de tendencia, porque si el año pasado pisaron fuerte, esta temporada están arrasando.
Sé que lo mío con los pies es un poco patológico, pero parece que la tira está ahí, diciendo “mira mi dedo gordo”. Y como que no, es superior a mi.
La receta suele tener los mismos ingredientes: tacón bajo o aceptable, tiras al tobillo y resto del pie escotado, aunque todo el protagonismo pertenezca a la sandalia.
En una fórmula que funciona igual de bien con looks pijameros que pantalones de talle alto, pasando por los vestidos y faldas largos. Quizá con lo que menos me guste visualmente sea con falda o shorts, por aquello del corte en el tobillo y en el empeine, que ya sabemos que visualmente no es que estilice precisamente.
¿Quieres hacerme sufrir y además de llevar mochila calzar sandalias toe ring? Estas de H&M siguen el modelo a la perfección y cuestan 49,99 euros.
Dime lo que sacas en las primeras actualizaciones de nueva temporada y te diré por dónde van los tiros de este otoño. Porque cuando una prenda se repite una y otra vez, el rio suena. O agua lleva. Vamos, que la apuntemos en nuestra wishlist, porque tarde o temprano terminará siendo #lacompradelasemana.
Y esa primera prenda sospechosa de la temporada que comienza es el vestido peto, alias pichi. Para llevar sólo o con top debajo, y con todas las papeletas para volver a la primera línea de las tendencias. Opciones no nos van a faltar.
Comenzando por la versión clásica, la del peto vaquero, siempre divertida, y que para momentos playeros me encanta a modo de vestido sobre el bikini o el bañador. Este es de Zara y cuesta 29,95 euros.
En Mango le toman la palabra a #lacompradelasemana del viernes pasado, la camiseta blanca, que funciona a la perfección con este peto en tono fresa, con el colgante como complemento necesario. Su precio, 25,99 euros.
Stradivarius hace toda una declaración de intenciones con este pichi de cuadros súper mini, que escoge esta vez como pareja un tank top. Novedad que cuesta 19,99 euros.
En H&M tenemos una versión igualmente mini pero con botones y bolsillos. En varios colores, tiene un precio de 29,99 euros.
Amarillo en Pull&Bear con este peto-falda que no puede faltar en tu maleta playera. Ideal y genial de precio: 19,99 euros.
¿Será el peto la estrella del otoño? ¿O es complicado que funcione si tienes más de 15 años?