Cinco razones para terminar odiando una prenda (II)

Será que con la edad todo se acentúa, pero me da la sensación de que cada día que pasa me vuelvo más tiquismiquis en lo que a ropa se refiere. Una que era generosa de corazón y hacía un hueco en su armario al primer flechazo que se le cruzaba en una tienda, ahora controla más sus impulsos, con lo que disminuye el caudal de nuevos fichajes que se incorporar al inventario particular. Pero lo peor es que cada vez le cojo manía con más facilidad a ciertas prendas. Por eso, y aunque ya tuvimos una entrega el año pasado, aquí van cinco motivos más para terminar odiando una prenda.

1. Que te pregunten si estás embarazada

¿Pero a quién se le ocurrió que se puede sobrevivir al corte imperio después de dos embarazos? Bueno, puede que algunas si, pero servidora lo ha desterrado permanentemente de su armario. Sentirás que durante toda la jornada las miradas de los demás se centran en ti, o concretamente en tu barriga… ¿La mejor forma de devolverles la monedas a los que se lanzan la pregunta indiscreta? Reponder un no, sólo estoy más gorda. 100% efectivo.

 2. Que la lleve alguien que te cae mal

Igual de absurdo que cogerle manía a un nombre por esa chica de tu clase que te caía fatal (es que ese nombre siempre va a recordarte a ella), ver ese vestido que tanto te gusta(ba) en el cuerpo de ese alguien que no soportas es la razón más madura y lógica que se me ocurre para desterrar al fondo del armario lo que antes era tu prenda favorita. Sobre todo si hay algún Pepito Grillo que se encarga de comentar la jugada y recordartelo cada vez que te la pones…

3. Que se convierta en el uniforme de las dependientas

Aunque la política de cada tienda en materia de uniformes es distinta, atrás quedaros los tiempos en que existía un uniforme propiamente dicho (tipo las camisetas de algodón de Mango donde ponía MANGO). En algunas cadenas solo piden que sus trabajadoras lleven alguna prenda de la tienda, mientras que en otras van todas uniformadas con prendas de la colección, lo cual las condena automáticamente (a las prendas) al peor de los destinos. Aún recuerdo el día en que entré en Sfera y vi a todas las dependientas con la camiseta de rayas que me había comprado la semana anterior… Ganas de meterle fuego cuando llegué a casa.

4. Que lo encuentres en rebajas al 50% y ya no puedas devolverlo porque lo has estrenado

Esta situación tiene dos vertientes, igualmente odiosas. La primera es que encuentres tu prenda súper rebajada y te arrepientas de no haber esperado un par de semanas (al fin y al cabo la has usado una vez) para comprarla. Manía en término medio. Lo grave sucede cuando una encuentra en la tienda una pared llena de tu última compra. Vamos, que te lo llevaste a casa tú y la madre del que lo diseñó. Y ella lo devolvió. Si es que tan bonito no era. Más bien feo. Odio absoluto.

5. Que lo uses tanto que termines cogiéndole manía

Porque te ves bien, es cómoda o no pasa de moda. La cuestión es que rara es la semana que no te la terminas poniendo, pero ya se sabe, del amor al odio sólo hay un paso y tú acabas de darlo. Ahora lo aborreces, con lo que es complicado que vuelvas a usarla en tu vida.

¿Cuál ha sido tu última prenda condenada al ostracismo? ¿Cuál ha sido el razonable motivo?

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